Los impuestos verdes o medio ambientales son los que gravan los comportamientos que producen daño ambiental en el planeta. Tienen como finalidad mitigar el cambio climático y promover un uso sostenible de los recursos facilitando un uso más eficiente de la energía y unos sistemas energéticos y de transporte más limpios.
Así que el principio que los rige se define como “quien contamina, debe pagar”.

Los comportamientos o actividades que producen daño ambiental son:

  • Emisiones de dióxido de azufre (SO2): Principal causante de la lluvia ácida y se produce en la combustión del carbón, el petróleo, el diésel o el gas natural.
  • Emisiones de sustancias que reducen la capa de ozono.
  • La recogida y tratamiento de residuos contaminantes del agua.
  • La gestión de residuos.
  • El ruido: Como el causado por el despegue y el aterrizaje de aviones.
  • Los productos energéticos.
  • Transporte: Impuestos sobre las importaciones o ventas de vehículos de motor.
  • El uso y consumo de recursos naturales: Captación de agua, extracción de materias primas y otros recursos.

España es uno de los países del continente europeo que menos utilizan los impuestos verdes para combatir el cambio climático y la destrucción del medio ambiente y se concretan en los siguientes:

  • Sobre hidrocarburos.
  • Sobre electricidad.
  • Sobre ventas minoristas de determinados hidrocarburos.
  • Especial sobre determinados medios de transporte.
  • Sobre vehículos de tracción mecánica.
  • Canon de control de vertidos.

El Libro Blanco para la reforma fiscal 2022, pretende remediar el escaso peso de los tributos medioambientales en España, y propone una importante reforma en la materia: plantea ordenar la tributación sobre la energía eléctrica; revisar e incorporar nuevos impuestos sobre el transporte y combustibles y reorganizar los impuestos munIcipales de gestión de residuos. Todo ello con repercusión para el ciudadano: supondría una rebaja del costo de la electricidad, favoreciendo el uso del coche eléctrico, pero de otro lado habría un incremento del precio del billete de avión, gasoleo y gasolina e incluso  el  pago de un peaje por uso de las vías de alta capacidad o autovías de la red viaria de España, al suponer una actividad contaminante.

En resumen, con los impuestos verdes se puede incrementar la capacidad recaudatoria del Estado al propio tiempo que se protege al medioambiente,  pero evidentemente, repercute en el bolsillo del ciudadano, en sentido positivo con rebajas fiscales en actividades verdes y negativo con mayores impuestos en actividades contaminantes y nocivas.

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